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Pankaj Mishra recorre la India provinciana, las pequeñas ciudades del subcontinente que no merecen mención alguna en las guías turísticas y nos descubre un universo en cambio, en algunos casos en franca descomposición. Manteniendo siempre una actitud irónica, Mishra apunta certeramente las causas del deterioro medioambiental y del entramado tradicional de la India provinciana: el «dinero fresco», los nuevos ricos, con su agresiva ostentación de la ignorancia y el mal gusto, con su fraudulenta imitación de los peores modelos de consumismo occidentales, en contraposición a formas de vida ancestrales que conservan pautas culturales autóctonas.
«Los dos mundos parecían cada vez más incompatibles: atrás, la ciudad, con sus casas a medio terminar y sus antenas parabólicas, sus políticos y empresarios arribistas; allí, en las lindes como si dijéramos, aquellos pastores que seguían practicando su milenario estilo de subsistencia y personificaban una forma de vida satisfecha, ya casi olvidada de tan antigua. Y por mucho que uno deseara que ésta lograse sobrevivir, se sabía que el encanto no tardaría en romperse, y que la fuerza bruta del cambio no dejaría de pasar por encima de aquellos últimos reductos de un mundo más sencillo y... ¿tendremos el valor de decirlo?... más feliz.»
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