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Estas nueve narraciones muestran el nacimiento de la mente de un novelista, y son la materia prima que alimentó el surrealismo de la ficción posterior de Bulgákov.
Cuando aún no se había secado la tinta de su diploma, a los veinticuatro años, el doctor Bulgákov, licenciado cum laude en la Universidad de Kiev y especializado en enfermedades venéreas e infecciosas, fue enviado a los desiertos helados de la Rusia rural, que en 1916-1917 carecían aún de novedades como el automóvil, el teléfono o la electricidad. Durante un tiempo se dedicó a tratar enfermos de forma benéfica en el pueblo de Nikólskoye, en la provincia de Smolensk, a trescientos kilómetros al oeste de Moscú, cerca de la frontera con Bielorrusia.
Estos relatos, parcialmente autobiográficos, cuentan los casos del joven e inexperto médico veneorólogo que llega a un pueblo perdido donde tiene que extraer muelas, atender partos y curar a enfermos de sífilis. Bulgákov transmite magistralmente el pánico que siente el joven protagonista, que durante las visitas incluso corre a su habitación para consultar manuales de medicina.
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