En El Audaz, el conflicto entre individuo y sociedad presenta figuras extremadamente agresivas. La historia, situada en 1804, enfrenta a Martín Muriel, joven de origen plebeyo y personificador de los ideales liberales de la futura clase media española, con la sociedad establecida de principios del siglo XIX, dominada todavía por la ideología de los aristócratas y del clero.
La pregunta central que se plantea como eje de la obra es: «¿Quién ocupa el centro e impone su sistema de normas y quién está en los márgenes y depende de este sistema?»
El protagonista sueña con la formación de una clase intermedia burguesa entre la nobleza y el pueblo. Da a conocer sus aspiraciones en una conversación con el padre Jerónimo de Matamala:
«Temblarán los nobles en sus palacios y los frailes en sus claustros. Los primeros tendrán que repartir su fortuna por igual entre sus hijos, creando así una clase poderosa intermedia entre la nobleza y el pueblo, que será la que más influya en la nación, y ustedes se verán reducidos a la cristiana pobreza con que fueron instituidos, pasando sus inmensas riquezas a ser patrimonio de la nación». El joven experimenta un vivo deseo de ver realizados el bien y la justicia, y expresa su anhelo de igualdad: «Los hombres no han de ser iguales destruyéndose, no, no ha de haber nunca igualdad en el mundo sino por el amor».
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