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Es preferible tener que entenderse con patos –aunque sean cinco–, que con las olas embravecidas. El hombre, por su tamaño, ocupa, más o menos, el punto medio entre el átomo y la estrella; por eso le es más o menos igual ocuparse del infinitamente pequeño o del infinitamente grande. Pero por tamaño, o por lo que sea, ocupa un punto mucho más cercano al pato que al océano. Por lo tanto es cosa sin sentido ocuparse de éste cuando ante su vista pasa aquél.
Jorge Edwards dice de Juan Emar que tenía «este Kafka chileno (tal como lo definió Neruda) una obra extraña sepultada en un baúl, obra que parecía el prólogo de un prólogo, la burlona y a la vez nostálgica introducción a una novela infinita y, por lo mismo, imposible».
del prólogo de Enrique Vila-Matas.
Un año es una novela breve que ha sido descrita como una «antinovela» en donde el narrador atenta contra los principios de realidad e identidad. Emar juega en esta novela con el concepto de diario de vida, apuntando todo lo que le sucede el primer día de cada mes de un año: 1º de enero, 1º de febrero, 1º de marzo, 1º de abril, etc.; mostrando el desenfado estilístico y la imaginación desbordante de este gran autor chileno.
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