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Pietro Aretino es el colofón del Renacimiento. Con él concluye, se puede decir, el Cinquecento, al que representa en todas sus tinieblas y esplendores. Su jurisdicción literaria es de arduo acceso, porque todo en él es desmesurado: nos hallamos en una jungla llena de insidias, una ciénaga plagada de oscuros meandros, de espesas malezas, de traidores abismos. La ironía de la suerte ha querido que los dudosos Casos de Amor –que aquí presentamos en su primera traducción al español– hayan dado vida a una «duda literaria»: ¿es o no es de Aretino esta serie de octavas en las que un notable (lleva el título de ser) Agnello es encausado para responder a estas casi cincuenta preguntas de carácter festivo-sexual «que hoy en el burdel armaron gran revuelo»
Soy un hombre libre por la gracia de Dios, no un esclavo de los pedantes. No me veréis recorrer las huellas de Petrarca ni de Boccaccio. Me basta mi genio independiente. A otros dejo la obsesión por la pureza del estilo o la profundidad del pensamiento; a otros la locura de torturarse, de transformarse para dejar de ser ellos mismos. Sin maestro, sin arte, sin modelo, sin guía, yo avanzo, y el sudor de mi tinta me da felicidad y renombre. ¿Qué más podría desear si con mi pluma y unas cuartillas me burlo del universo?.
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Pietro Aretino nació en Arezzo (Toscana) en 1492. A los quince años se traslada a Perusa, donde anima con su espíritu jocoso el ambiente goliárdico del lugar, y, con apenas veinte, se establece en la Roma disoluta de León X. Pero su producción ferozmente satírica (compone allí los célebres Sonetti lussuriosi ilustrados por Giulio Romano) le granjea enemigos temibles. Después de un atentado fallido contra su vida en 1525, se traslada a Venecia, donde publica los famosos Ragionamenti y las Cartas. La Laguna es un trasiego constante de personas y mercancías. La prostitución no sólo se tolera sino que está regulada. Fue quizá gracias a esta presencia masiva e institucionalizada de prostitutas por lo que a partir de principios del siglo XVI se gestó en Venecia un filón literario «putero», inspirado en la vida de los burdeles, y que Aretino desarrolló junto con colegas que compartían su mismo aborrecimiento por la pedantería literaria. Los textos que presentamos aquí son un divertido botón de muestra de esa expresión colectiva, jocosa y antilibresca.
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Perico Pastor (La Seu d’Urgell, 1953) estudió en Barcelona, hizo el servicio militar en el Sahara y emigró a Nueva York, donde residió doce años. Publicó sus ilustraciones en Harper’s, Village Voice, Vogue y The New York Times. En 1980 expuso por primera vez en el Cornelia Street Café, y en 1983 en la galería Estampa de Madrid. Desde entonces hasta 1989 compaginó ilustración y pintura. Vive en Barcelona, dedicado completamente a la pintura, aunque esporádicamente ilustra para El País, La Vanguardia, etcétera. Ha ilustrado cuentos de José Antonio Millán y con sus dibujos para el libro Amigos, de Loles Durán, ganó el premio Santamaría de ilustración infantil. También ha realizado frescos murales para el hotel Tívoli Ramblas, l’Illa y el IMIM, todos en Barcelona.
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